Sintetico

El amor es como un experimento químico que no salió según las instrucciones. Algo chispea, algo se derrite, y en el fondo del matraz se asienta el dolor. En este sonido hay mucha electricidad: es como si alguien hubiera decidido reemplazar el pulso por el ritmo de un sintetizador y comprobar si el corazón resistiría la respiración artificial de bajo y melancolía. Cada línea respira el sobrecalentamiento de sentimientos demasiado vivos para ocultarlos y demasiado destructivos para enorgullecerse de ellos. Entre la luz y la oscuridad no hay elección, sino un cortocircuito. El amor aquí no salva, sino que rompe fronteras, y sin embargo es imposible separarse: amarga, pero sin él todo se vuelve insípido.