Pilote

El olor a gasolina de la noche, las ventanas a medio bajar, la ciudad como una película donde cada escena se baña en neón. Aquí no se trata de sentimientos, sino de inercia. Cuando el motor ruge más fuerte que los pensamientos y el silencio cuesta demasiado. Todo parece estar bajo control, pero por dentro hay un eterno "modo misión": ganar, llegar a tiempo, no ser descubierto, no enamorarse. Él se ríe, pero los ojos no sonríen; simplemente se ha acostumbrado a que incluso el amor se mida al tipo de cambio del euro. La chica de al lado es hermosa, brillante como una portada, pero también sabe el valor de las noches sin dormir y las conversaciones donde las palabras sustituyen a los billetes. El ritmo fluye suavemente, como ruedas sobre asfalto después de la lluvia, y en medio de ese zumbido hay una extraña calma. Ese que tienen quienes hace mucho que no buscan la paz.