Buon trasloco

Como si alguien hubiera dejado la lámpara encendida no por la oscuridad, sino para engañar un poco el silencio. La mudanza quedó atrás hace mucho, el trabajo va bien, los amigos están renovados, pero dentro de mí sigue viviendo el cálido fantasma de aquellas conversaciones donde cada "¿cómo estás?" sonaba un poco más largo de lo necesario. Parece que todo sigue las reglas de la vida adulta: nuevas ciudades, planes, cuentas, pero en algún lugar entre la rutina aún parpadea el pensamiento familiar de que de repente girará la llave en la cerradura y dirá que solo pasó a saludar. La música parecía haber escuchado ese extraño estado entre "es hora de olvidar" y "que se quede un poco más". Tranquila, pero con nervios, tierna, pero no sin ironía hacia su propia sentimentalidad. Aquella que no se pone por recuerdos, sino para darles un lugar donde sentarse tranquilamente y finalmente dejar de interferir en la vida.