Dis-moi que tu m'aimes

Las palabras groseras y el aire de gamberro no ocultan aquí las grietas internas, sino que, por el contrario, las resaltan. Detrás de la velocidad, los motores ruidosos y la bravuconería se percibe un extraño calor: el miedo a quedarse sin amor y la esperanza de que alguien se convierta en un chaleco antibalas, un paracaídas, un aterrizaje suave. No es una canción sobre la pareja ideal, sino la crónica de la supervivencia de dos personas que se apoyan mutuamente, incluso cuando el mundo que les rodea se asemeja a una pista de obstáculos.

Todo suena como una confesión con obstinada ternura: entre bromas, amenazas y juramentos se desliza un deseo sencillo: que te digan «te quiero». Y aunque la vida vaya a 250 por la autopista y el pasado ruja a nuestras espaldas, delante sigue apareciendo un túnel con una luz, donde se puede respirar tranquilo, reírse de las mismas bromas y no tener miedo a caer.