ハッピーエンド

Como si un nudo seco de palabras se hubiera atascado en la garganta y no saliera. Las palabras «gracias» suenan como una tos, y en lugar de un adiós, solo hay un suave y silencioso «quédate». Todo a mi alrededor es sobre la ternura que se esconde detrás de una frágil sonrisa, sobre el hábito de ser fuerte cuando se quiere gritar, y sobre cómo el amor puede marchitarse, permaneciendo azul brillante, como una nomeolvides que de todos modos aprietas en el puño.

Aquí no hay tragedia, sino una sutil tristeza, casi tierna. La despedida no suena como un fuerte portazo, sino como un suspiro entre besos. Un poco irónico, un poco infantil: «abrázame, dime que no necesitas nada más que a mí... oh, no, es broma, todo está bien». Es la música de esos momentos en los que dejas ir, pero no aflojas los dedos de inmediato.