Jamal

Huele a mar, a sudor y a un ligero cansancio por un éxito demasiado rápido. Todo brilla a su alrededor, como si la vida se hubiera salado accidentalmente con dinero y humo. Aquí no se sueña, se cuenta quién se ha mantenido a flote. Entre líneas hay amargura, escondida bajo risas roncas y un nuevo brillo. Los corazones están abiertos de par en par, pero solo para que no entre el viento de la carretera, no los sentimientos. La ciudad duerme con la boca entreabierta y el ritmo retumba como un motor que hace tiempo que necesita una reparación.