Bwo

El tintineo del platino y el susurro de una cercanía fingida, como una visita a una joyería después de una larga pelea con el mundo: bonito, pero un poco empalagoso. La voz es una mezcla de valiente triunfo y cansada queja, como si alguien se hubiera puesto un casco reforzado y corriera entre los coches para demostrar que no se rompe; en la carretera huele a gasolina, humo y determinación. Aquí hay fanfarronería y vulnerabilidad: los gritos de traición se convierten en una mecha que puede explotar, y el estribillo, el mantra «llámame como quieras», suena como un desafío y, al mismo tiempo, como un sedante para el amor propio herido. Todo esto trata sobre noches ruidosas, chaquetas survet y la delgada línea entre la ira y la autoironía; dan ganas de sucumbir a la atracción del ritmo y, al mismo tiempo, no olvidar abrocharse el casco.