Lemon

La canción huele a limón, pero no al que se encuentra en la limonada, sino al que te hace coser la lengua y deja un regusto amargo en los dedos. Aquí, el amor y el dolor son inseparables: se guardan en la memoria como viejas cartas manchadas por la lluvia, como un olor que no se ha desvanecido del armario. Cada línea es como caminar por una calle mojada sin paraguas, cuando la casa parece infinitamente lejana y el corazón sigue buscando la luz donde ya no hay.

La música suena como una confesión de que incluso los recuerdos más oscuros pueden ser queridos si en ellos había alguien realmente importante. No es un intento de olvidar, sino más bien una silenciosa petición de dejar en paz las huellas del pasado para seguir adelante, pero sin borrarlas. Y entre la lluvia, las pérdidas y la amargura del limón, sigue brillando la luz, la misma que una vez calentó y que parece que nunca se apagará.