Bintang 5

Coquetear como deporte. Aquí cada mirada es casi una infracción, pero tan dulce que no te atreves a multar. Todo está en movimiento: el ritmo provoca, la voz se desliza, como insinuando un peligro que no puede existir. El escenario no es un club, sino un campo con finas líneas de decoro por las que todos hace tiempo que dejaron de caminar rectos. Aquí no hay prisa, solo juego: quién aparta la mirada primero, quién se atreve a dar un paso más cerca. Un poco de caos, un poco de risa, un poco de "ya te dije que no empezaras". Y en esa confianza perezosa nace algo así como una chispa, no una promesa, no una confesión, simplemente un momento en que el aire entre dos personas se vuelve más denso de lo que debería ser.