Weit weit weg

A veces, el dolor se disfraza de una petición amable: «Vete, antes de que sea demasiado tarde». Suena casi cariñoso, pero debajo hay una grieta donde se mezclan la culpa, el miedo y los restos de ternura. Aquí no hay drama aparente, solo dos personas que hace tiempo se convirtieron en heridas la una para la otra. Uno es veneno en la copa del otro, el otro sigue bebiendo, sabiendo cómo terminará todo. El mundo se quema hasta las cenizas, pero la costumbre de tomarse de la mano resulta más fuerte que el instinto de supervivencia. Y en algún lugar entre el sabor salado de las lágrimas y el frío del verano queda la honestidad: no se puede salvar, pero se puede dejar ir.