Serana

Hay noches en las que no quieres buscarle sentido a nada, simplemente te sientas en una habitación a media luz y el aire huele a lluvia y a despedida. Todo parece tranquilo, pero en algún lugar dentro, la memoria rasca suavemente, recordando que dejar ir no es lo mismo que olvidar. La melodía se alarga suavemente, como una carta vieja que se relee con la esperanza de escuchar una voz familiar entre líneas. En cada palabra hay un aprendizaje sobre la marcha: cómo ser adulto cuando el alma todavía quiere volver, a ese tiempo donde éramos "nosotros". Y sin embargo, hay una extraña calidez en esto. Como si el corazón se sentara humildemente junto a la ventana y susurrara: "Está bien, vuelve si puedes. Y si no, esperaré un poco más.