Imprezka domowa

Cuando los cuentos de hadas se mezclan definitivamente con la realidad, entra en escena ella: una anciana con bigote y aguardiente casero. En algún lugar entre Lublin y la locura total, se celebra una fiesta en la que todos los héroes infantiles han perdido el hilo de la historia. Shrek se mete en una pelea, Peter Pan vuela sobre las alas de la dosis y Cenicienta hace tiempo que dejó de buscar su zapatito, porque descalza se divierte más.

Todo alrededor recuerda a una pesadilla contada con tal entusiasmo que dan ganas de servir otra ronda. El aire es tan denso que parece que se pudiera cortar con un cuchillo y acompañar con un pepino en salmuera turbia. Una escena en la que lo absurdo se ha convertido en ley y el caos, en una forma de descanso. Donde «érase una vez» ha sido sustituido por «sírvete, vamos», y nadie tiene prisa por despertar.