Comportement

Una noche ruidosa, donde todo brilla con luces de neón y huele a alcohol caro, necesita su propia banda sonora. Aquí el ritmo es pesado, como un corazón que se niega a bajar el ritmo, y las palabras dan vueltas en círculo, como un hechizo para el buen rollo. La repetición se convierte en estilo: el mismo «comprometido» se balancea de tal manera que lo que comienza a sonar no es una palabra, sino el estado en sí.

La música es como esa sensación de que el mundo puede esperar: es más importante mantener tu estado de ánimo, tus reglas y tu pista de baile. En algún lugar se vislumbran zonas VIP, miradas de descontento e intentos de «controlar la situación», pero todo ello se disuelve en una sonrisa y un ligero desdén. Lo principal es mantener el equilibrio: no tocamos los problemas, no estropeamos la velada, ¿y el comportamiento? Es el nuestro, y no hay que cambiarlo.