DLA MOICH G

El barrio enseña con dureza: la confianza siempre está en el punto de mira y la falsedad se convierte en una puñalada por la espalda. Aquí los sueños no caen del cielo, hay que arrancarlos del cemento junto con la fe en la propia fuerza. Cada palabra suena como una instrucción: mantente alejado de los parásitos, no vendas tu honor por nimiedades y recuerda que el respeto es una moneda que no se puede falsificar. Entre los gritos tras la pared y las pantallas vacías de los monitores nace una verdad propia, amarga, pero real. Y en este ruido de corazones de hormigón solo queda una cosa: seguir adelante, aunque haya que empezar desde abajo.