ROTTWEILER

Un bajo retumbante, el olor del dinero y un cansancio que ni siquiera el champán de una cubitera puede borrar. Un mundo donde la ternura es un lujo y el respeto no se mide con palabras, sino con el grosor de la cadena que cuelga del cuello. Aquí cada día es un juego de supervivencia, pero el jugador sonríe: sus garras son fuertes, sus instintos están vivos y sus ojos lo recuerdan todo. Bajo la dura coraza, el deseo de un cachorro de demostrar que ha sobrevivido por algo, que su madre aún verá su hogar, y no solo las noticias sobre los éxitos ajenos. Y en algún lugar entre el ladrido de los bits y el susurro de los billetes, de repente se oye ese «oh», no por orgullo, sino porque el dolor y la gratitud a veces suenan igual.