CATALINA

No hay nada que explicar cuando los ojos hablan por ambos. En ellos se refleja el cansancio de las promesas ajenas y un extraño reconocimiento, como si el encuentro no fuera el primero, sino que simplemente continuara tras una larga pausa. Todo a su alrededor es ruido, tipos con planes dorados y cumplidos de plástico, pero eso es secundario. Aquí hay algo más importante: una chispa fortuita que de repente te hace querer huir al borde del mapa, donde no hay que interpretar papeles y donde se puede ser... ilógicamente feliz.

Un poco de rebeldía, un poco de sacralidad: cuando el contacto sustituye a la oración y el cuerpo se convierte en fe. Divertido hasta la infantilismo y serio hasta el temblor. Dos personas de mundos diferentes, igualmente cansadas de fingir, deciden que al diablo con todo: que haya noche, viento, isla y su propio universo sin espectadores.