RODZINNY BIZNES

A veces, el destino disfruta jugando con los contrastes. Antes, los sueños olían a gasolina de un BMW accidentado y a sudor frío después de un turno en un restaurante de comida rápida. Ahora, olor a cuero, champán y ese mismo «flex» por el que antes no se podía ni dar la mano. Pero lo importante no son las marcas ni las cifras en las cuentas, sino esa sensación cuando del sótano no sale una pista, sino la prueba de que se puede sobrevivir con estilo.

Aquí no se limpia la suciedad, se convierte en brillo. Cada línea es como un tatuaje que dice que el dolor es solo un anticipo de la fuerza. Y si antes alguien se reía, ahora simplemente calla, porque la química entre los hermanos es más fuerte que cualquier aplauso. No es solo una historia de éxito. Es la banda sonora del momento en que un romántico callejero por fin puede permitirse no justificarse.