BATMOBIL

Hay momentos en los que por dentro hay tanto ruido como en el motor del Batmóvil y es imposible detenerse, incluso si vas directo hacia una tormenta. Todo parece estar bajo control, las manos en el volante, pero el aire ya está un poco envenenado, los pensamientos silban como el viento en un túnel. Y cuanto más rápido corres, más ganas tienes de respirar de verdad, sin mezclas de voces ajenas y sonrisas falsas.

Aquí el pulso sustituye al bajo, la desesperación sustituye a los frenos, y toda esta carrera no es por alguien, sino por algo que se ha pegado a la piel y no se despega. El mundo se vuelve gris, los rostros se borran, solo queda el movimiento, húmedo, frenético, hasta perder el aliento. Y en esta locura, por alguna razón, hay una honestidad propia: cuando corres bajo la lluvia, ya no importa quién tenía razón. Lo importante es que todavía eres capaz de correr.