Ridin'

La velocidad aquí no solo está en la carretera, sino en cada frase, en cada respiración, como si la vida fuera una autopista sin límites y los sentimientos fueran paradas temporales en el arcén. Entre el metal brillante y el ruido del motor se escucha casi una ternura, escondida tras la bravuconería y la gasolina. El amor en un mundo así no es la salvación, sino una aventura: un poco peligrosa, un poco cínica, pero real mientras dura. Los pecados y las confesiones siguen aquí el mismo ritmo, e incluso cuando todo se va al traste, queda la sensación de volar. Porque, por muchas veces que se quemen los puentes, la mano sigue agarrada al volante, y de nuevo: ridin, ridin, ridin.