MANON B

El terciopelo de la noche, los destellos de neón y el clic del obturador con los dedos cruzados en un gesto desafiante: una escena de una calle de moda, donde la confianza huele a perfume y el coqueteo se sirve como postre. Aquí todo brilla, desde los logotipos hasta las sonrisas, desde los ritmos hasta los nombres, lanzados entre líneas, como una marca en una etiqueta.

Suena como un paseo por el escaparate de la vida, donde detrás de cada sombra de glamour se esconde el brillo un poco cansado de las ambiciones. Un poco de descaro, un poco de juego, y ya todo el mundo se convierte en una pasarela. Paso seguro, mirada penetrante y, por dentro, un ligero «que miren». Todo es demasiado bonito para tomarlo en serio, y ahí radica precisamente su principal encanto.