Cristaline

Desde el primer segundo, tienes la completa ilusión de estar en el centro de una discoteca, donde el aire es más denso que el champán y los flashes de las cámaras parpadean más rápido que los semáforos en un cruce. Todo brilla, gira, retumba: alguien ya ha perdido la cabeza, alguien el teléfono, alguien los últimos nervios. Pero es precisamente en esta caótica cacofonía donde nace la energía, la misma que te mantiene hasta la mañana siguiente, incluso cuando las «vitaminas» se han acabado hace tiempo.

El repetitivo «attention» suena como una advertencia y, al mismo tiempo, como una invitación: prepárate, ahora se va a levantar el techo. No es música para reflexionar, es la banda sonora del momento en el que quieres olvidarte del mañana, bailar entre el humo y permitirte un poco de locura, porque la noche lo borrará todo.