London2Paris

Cada línea es como el olor del queroseno de un avión: acre, pero estimulante. En este ritmo hay cansancio de las calles de hormigón y los rostros monótonos, el deseo de disolverse en otra ciudad, en otro aire. No se trata de lujo, sino de salvación: un billete de avión como terapia temporal, una oportunidad para respirar un nuevo sentido. Las palabras suenan como el diálogo interno de alguien que ha madurado demasiado pronto, pero que aún cree que es posible escapar del ruido, del resentimiento y de las expectativas ajenas, al menos durante el tiempo que dura el vuelo.

Aquí se vislumbra la ironía de la gran ciudad: algunos persiguen el hype y los tiktoks, mientras que otros buscan la tranquilidad mental. Entre Londres y París no hay kilómetros, sino espacio para la esperanza, donde se pueden ordenar los pensamientos, no dejar que los cambios ajenos desvíen el rumbo y, tal vez, encontrar ese punto en el que el ruido se convierte en música.