Mc Laren

A veces, el éxito llega tan rápido que no te das cuenta de cómo se convierte de un sueño en un trabajo. Todo parece haberse hecho realidad: las cifras, el brillo, la velocidad... pero, en algún lugar entre las salas, los vuelos y los «MacLaren para dos», se pierde la simple sensación de estar vivo. Ayer era un chico al que los profesores ponían suspensos, hoy es quien ha saltado el abismo y ha demostrado a todos que puede hacerlo. Solo que después del salto, el aire es diferente: frío, con un regusto a soledad y gasolina.

Cada nueva pulsera brillante calienta menos que la anterior. Y por dentro sigue estando el mismo motor: ruidoso, obstinado, vivo. Ruge al límite, porque frenar da más miedo que seguir adelante.