SUPERSCAR

Todo brilla con neón y huele a sudor caro. La confianza brillante, enrollada en la muñeca, juega con sus propios miedos en verdad o reto. Cada mirada es como un trato, cada sonrisa un contrato en nuevos términos corporales. La danza se convierte en moneda, y la chispa entre los dedos en un impuesto sobre el placer. El escenario tiembla como una cuerda bajo los dedos del titiritero, pero quién es quién es una pregunta abierta. En lentejuelas y sintéticos se escucha cómo el corazón marca su ritmo, exigiendo reconocimiento, incluso si el precio es un moretón en forma de estrella. La belleza se convierte en negocio, la pasión en estrategia, pero aún así hay una extraña honestidad en esta locura. Como si en el glamour y la suciedad estuviera escondida la verdadera libertad, un grito bajo la máscara de SUPERSCAR.