Mam wywalone

Cuando la vida se convierte en un constante "ya no me importa nada", surge una extraña sensación de libertad. El vodka está frío, la música alta, el cerebro finalmente apaga la ansiedad, e incluso los rencores más tontos se convierten en el telón de fondo para bailar. Todo lo que ayer me enfadaba, hoy simplemente no existe, se ha disuelto en el ritmo y el sudor en mi rostro. Hay un placer especial en este abandono total de la decencia: cuando no te esfuerzas por demostrar, justificar, o agradar. Solo el rugido del bajo en el pecho y la sensación de que justo ahora todo es honesto, sin glamour, sin moral, solo un hombre al que le dio igual todo. Y eso incluso lo hace sentir de alguna manera ligero.