DAJ KOBIETĘ

La oración de un hombre que finalmente ha despertado no es a Dios, sino al sentido común. En la voz hay cansancio por sus propias tonterías, en las palabras, un intento de distinguir a la mujer de los fantasmas, los hábitos y las ideologías. Solo quiero calidez, sin etiquetas ni consignas. En algún lugar entre el autotune y la autoterapia suena el crecimiento. Tan incómodo, áspero, pero honesto. Donde antes había fanfarronería y pseudofilosofía, ahora hay un poco de autocrítica y el deseo de encontrar a alguien con quien simplemente poder guardar silencio. Sin "no polacos" y "no católicos". Simplemente con quien no huirá cuando apaguen la luz.