P.I.B

El ritmo crudo de la calle, donde cada palabra pesa más que un billete. Aquí no se habla de sueños, simplemente se trabajan, apretando los dientes y los puños. En el aire huele a sudor, miedo y la certeza de que sobrevivir ya es un logro. Todo es honesto, sin adornos: alguien hace negocios, alguien pierde el tiempo y alguien simplemente da un paso adelante, porque no se puede retroceder. Entre los golpes no se escucha rabia, sino una dignidad obstinada, la misma que te mantiene en pie cuando hace frío, hay ruido y todavía tienes que hacerlo "todo tú mismo".