Komang

Como si la noche misma hubiera activado el modo de cámara lenta. El aire es denso, como antes de la lluvia, pero sin inquietud: simplemente el mundo decidió detenerse un poco y observar lo hermosamente que dos personas saben callar. Aquí no se trata de pasión ni de promesas grandilocuentes; todo es tranquilo, sencillo y por eso casi sagrado. Es gracioso, pero incluso el tiempo parece no querer interferir. Se sienta a su lado, con las piernas colgando, y escucha: cómo la risa se convierte en aliento, y el aliento en la costumbre de estar cerca. Y si de repente un día pasa sin esa calidez, sin la voz familiar al otro lado de la línea, todo parece estar en su lugar, pero de alguna manera ya no es lo mismo. El mundo es el mismo, pero sin el brillo en el agua, sin el olor después de la lluvia. Y luego, de nuevo: una simple sonrisa, una risa ligera, y todo vuelve a estar completo. Como si la vida fuera solo un momento en el que alguien es demasiado hermoso para cualquier palabra.