Sława

La mañana llega demasiado pronto, como si la noche se hubiera cansado, lo hubiera dejado todo y se hubiera marchado sin despedirse. El aire está cargado de palabras ajenas, donde la gloria huele a plástico y la verdad, a amargura. El mundo bulle, todos se apresuran por hacerse visibles, pero cuanto más fuerte es el ruido, más intensa es la sensación de vacío.

Las frases parecen salir de un altavoz roto: dolor, cansancio, ira, un poco de vergüenza. Todo mezclado, como en la cabeza después de una semana sin dormir. Aquí no hay héroes, solo personas cansadas de justificarse por las reglas ajenas. Los que venden su conciencia por las visitas y los que simplemente ya no saben callar.

En cada estrofa se escucha el intento de gritar, no a la multitud, sino al corazón. Porque parece que lo único que aún se puede salvar es la capacidad de sentir. Aunque sea en el contexto de un mundo gris, donde la empatía lleva mucho tiempo bajo llave y todos han perdido la llave a la vez.