FALOCHRONY

Tardes con olor a sal y ansiedad. Cuando el sol se hunde lentamente en el océano, y con él todas las cuestiones sin resolver. Los pasos rebotan en los bolardos, los pensamientos se dispersan como gaviotas, y por dentro se siente esa sensación que es a la vez dolorosa y hermosa. Todo parece sencillo: baila, calla, no pienses. Pero el cuerpo recuerda los abrazos y el aire, el perfume de alguien, y cada respiración se convierte en un pequeño déjà vu.

La divertida romanticismo de la huida: parece que hay dinero, incluso planes: irse, aunque sea a ese hostal junto a la playa de Miami. Pero es imposible huir de los recuerdos, siempre vuelan ligeros, sin equipaje. Y así queda: el ritmo, un poco de cloro de la piscina, el pelo mojado y el deseo de empezar de nuevo, mientras el corazón aún no se ha cansado de esperar.