Bomba cu ceas

Cuando el aire huele a champán y gasolina, y la pista de baile vibra como un corazón antes de una catástrofe, ella aparece. Esa misma, con el brillo de un S-Class y un andar que hace que incluso la luz parpadee al compás. Parece que está a punto de estallar, y de hecho estalla, pero no es una granada, sino el estado de ánimo.

Él es todo descaro y glamour, con una sonrisa como si acabara de romper el corazón de alguien y se hubiera estacionado en una zona peatonal. Ella es un fuego con un temporizador que nadie quiere desactivar. Juntos no son una pareja, sino una catástrofe con aroma a caviar y tintineo de copas. Y, sin embargo, qué maravilla saber que hay cosas que son imposibles de predecir, pero que uno desea mucho experimentar.