Tie you down

Hay un arte extraño: querer y no poseer. Es como sostener agua en las palmas de las manos: parece estar cerca, parece ser tuya, pero en cuanto aprietas los dedos, se escapa. Aquí los sentimientos no son ruidosos, sin gritos ni dramas. Solo una ligera confusión de dos personas adultas que parecen saber cómo funciona el mundo, pero que, aun así, se topan con sus propias contradicciones. Hay amor, se necesita libertad, pero la fórmula no cuadra.

Todo suena como la mañana después de una larga conversación: tranquilo, un poco incómodo, pero auténtico. Cuando ya se ha comprendido que no se puede «atar» a nadie, aunque se desee mucho. Y eso produce una ligera tristeza, una ligera alegría, como si sonrieras al ver lo que no ha salido bien, pero que aun así ha sido bonito.