Distancia

A veces parece que la vida nos echa arena bajo los pies a propósito, para que no corramos demasiado rápido, para que no volemos hacia algún lugar sin pensar. Pero luego llega la mañana, el sol toca la piel y de repente te das cuenta de que puedes respirar. Todos esos laberintos, dudas e intentos de elegir el camino correcto son solo un calentamiento antes de la salida.

Las estrellas sobre la cabeza son como faros: no indican exactamente hacia dónde ir, pero dan la sensación de que hay un camino. Y aunque todavía no se vea nada claro por delante, por dentro ya se siente una tranquila confianza, ya sea por la luz en la distancia o por la presencia de alguien que calienta mejor que cualquier hoguera.

Al fin y al cabo, la felicidad a veces se ve así: te da un poco de vértigo, la arena cruje bajo tus pies y, en algún lugar lejano, parpadea tu estrella, simplemente porque está ahí.