NARCOTIC

Llueve sin parar, pero eso no importa cuando estás en buena compañía, con una botella, música alta y la sensación de que el verano puede durar para siempre. El tiempo se enfada, inunda las calles, y en respuesta se oyen risas y el tintineo de los vasos. Incluso la resaca deja de ser un problema y se convierte en un pequeño obstáculo que se puede sortear fácilmente con otro trago.

Hay mucha juventud en este sonido: un poco descuidada, ligeramente ruidosa, pero muy auténtica. Todo gira en torno a una simple obstinación: no permitir que la soledad se cuele entre las palabras, no dejar que el aburrimiento se imponga. Y cuando al día siguiente la niebla se posa sobre el campo, enfría las cabezas acaloradas con la misma delicadeza que el recuerdo de aquellas noches en las que incluso el mal tiempo parecía un aliado de la fiesta.