Polaroid

Como el olor de los viejos álbumes de fotos, donde las páginas están ligeramente amarillentas y las esquinas de las fotos se mantienen unidas por la saliva. Aquí la música suena como un «lo siento» atascado, que ya no se puede alcanzar, que se ha disuelto junto con el humo y el silencio nocturno. En cada estrofa solo queda el recuerdo: una Polaroid borrosa, fragmentos de palabras y la costumbre de volver a ellas una y otra vez, incluso sabiendo que más allá solo hay vacío.

En la melodía hay una melancolía viscosa, pero sin histerismos. Más bien un cansancio silencioso, cuando el pasado se repite y reproduce las mismas imágenes: risas, caricias, momentos de felicidad un poco absurdos. Todo esto se convierte en una «pire story», la más banal y la más personal al mismo tiempo. La canción suena como una confesión de que, a veces, toda una vida puede quedar reducida a una sola fotografía y a unos cuantos suspiros que ya nadie volverá a oír.