ICONIK

Es como si la cabeza se hubiera convertido accidentalmente en un proyector y, en lugar de los pensamientos habituales, en el techo girara una galaxia brillante e infinita en la que todo es posible. La melodía traza líneas en órbitas luminosas y, por un segundo, parece que no hay límites, que todo es posible, que incluso el tiempo y el espacio se pueden saltar en dos pasos.

Cada acento es como un destello, como si se hubiera capturado esa chispa por la que se pone la canción favorita en los auriculares por la noche. Todo a tu alrededor se vuelve más nítido, más libre, y ya no importa hacia dónde correr, lo importante es que puedes moverte sin miedo. Una fe casi infantil en el «puedo hacerlo todo», pero con un brillo electrónico que la hace convincente.