Easy

Un delicado caos al ritmo de la gran ciudad: todo arde, todos corren, todo se derrumba, y en medio de todo esto, alguien susurra en voz baja: «Tranquilo, no te apresures». Las palabras dan vueltas, como un mantra tranquilizador que te mantiene a flote cuando hay una tormenta interior. E incluso los días más difíciles se vuelven más llevaderos si hay alguien cerca dispuesto a aceptar el dolor ajeno, sin importar de quién sea.

En la música se percibe un contraste: por un lado, el ritmo empuja a seguir adelante, por otro, las voces parecen pedir que se frene, que no se acelere, que no se vuelva «loco». Como un recordatorio de que la vida no es un sprint, sino un largo camino: se puede reducir el ritmo, respirar más profundamente y permitirse ser vulnerable. A veces, es precisamente en estas pausas donde se esconde el verdadero calor.