Descripción
La ciudad retumba y bulle, pero por dentro hay un vacío en el que los sonidos resuenan como un eco. Aquí ya no hay estrellas, solo los escaparates de cristal y las sombras de los transeúntes, parecidos a animales. La vida chirría como una puerta vieja y el corazón se asemeja a un billete arrugado que ha perdido la fecha de salida. Todo a su alrededor parece artificial: la ayuda, la amistad, incluso la euforia, como una llamada de un centro de atención telefónica que nadie contesta.
Y, sin embargo, hay algo casi conmovedor en esta confesión: ese cansancio sincero, desnudo hasta los huesos. La insoportabilidad de la existencia convertida en ritmo, donde las palabras groseras suenan como una plegaria y el cinismo resulta ser solo una máscara para la fragilidad. La música es como un cigarrillo tardío en el balcón: amarga, pero viva.
Letra y traducción
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