Americano

El crujido del asfalto bajo las ruedas y el vapor del café americano caliente, todo en este ritmo huele a velocidad y confianza en sí mismo. El día gira como una máquina tragamonedas: si insertas, obtienes; si no insertas, te quedas con las manos vacías. Aquí no creen en el destino, solo en el contador del panel y el tintineo de monedas en la guantera. La brutalidad fluye densamente, casi se pega a los dedos. Entre el insulto y la bravuconería se asoma algo parecido a la honestidad, una extraña confesión de miedo a la pobreza, no al mundo. Toda la gracia está en no dejar que se acerque más. Cada estrofa es como el rugido de un motor antes de la carrera. Todo está al límite: el amor se compra, el orgullo se exhibe, la vida es como un trato a corto plazo con uno mismo. Y solo el café de la mañana recuerda que el ayer realmente existió, mientras que el mañana aún está en duda.