Descripción
Cuando el antiguo brindis japonés se encontró con el espíritu de Okinawa, surgió algo a medio camino entre el carnaval y el zen. Aquí todo es amor: llamadas borrachas por FaceTime, una bicicleta robada, paradojas de la existencia y un poco de pasta, solo para equilibrar. Toda la pista es como un brindis interminable que comienza en un bar y termina en algún lugar de una azotea entre gritos de «すいすいすい!». Sí, el mundo es extraño. Pero si hay que celebrar, hay que hacerlo así: en voz alta, de forma absurda y a tu manera.
Letra y traducción
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