Descripción
La ternura aquí no es conmovedora. Es exigente. Con temperamento, con las manos, con un fuego que no pide permiso, sino que simplemente llega y se queda. Todo suena como si no fuera una canción, sino un conjuro: «acaríciame, átame, hazme el amor», y no se trata de romanticismo, sino de una inmersión total y incondicional. Como si las emociones fueran algo físico y, si no se expresan con la piel, solo queda mirar las dos lunas en la cabeza y tener miedo. Y así, arde. En cada estribillo, en cada «fuego», en cada frase, como si se dijera a través de un beso. Aquí no se llora. Aquí se arde.
Letra y traducción
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