FRIKITONA

En algún lugar entre una copa de vino y el retumbar de los bajos, comienza ese estado de ánimo en el que todo está permitido y nada requiere explicación. En el cuerpo despierta la audacia, la lengua se desliza por la rima como la piel sobre el fuego, e incluso el aire parece un poco más denso. La música suena como un coqueteo al borde de la pelea: quema, pero atrae con más fuerza. Cada movimiento es un desafío, cada palabra un juego sin reglas. Un poco sucio, demasiado franco, pero precisamente por eso está vivo. Todo sucede como en un sueño, donde nadie pregunta quién empezó primero. Solo el ritmo, la respiración y esa misma sensación de que la noche decidió quedarse un poco más.