Little by Little

El mundo exige de nuevo ser perfecto, ordenado, sin arañazos ni dudas. Y luego, apenas te das la vuelta, susurra: "No te preocupes, así está bien". Entre estos extremos, alguien intenta no caerse, aferrándose a los restos de sus sueños, mientras la vida lentamente desatornilla los pernos de su propia bicicleta. Todo parecía que iba a salir bien: libertad, deseos cumplidos, adultez, pero las ruedas chirrían traidoramente y te sientes incómodo por no saber por qué viajabas en absoluto. Y sin embargo, hay un consuelo extraño en esto: la imperfección resulta ser el único estado honesto. Incluso si Dios se levantó hoy con el pie izquierdo.