Cole Palmer

El hormigón zumba, el aire es denso como el humo de un porro que se consume en la escalera. Aquí el dinero no huele, sino que suena, cruje, brilla en las muñecas en forma de relojes suizos y cortas historias de supervivencia. Todo claro, sin sentimentalismos: quien no está con nosotros, está en el archivo. El mundo se divide entre quienes "hacen rap callejero" y quienes solo fingen. En cada palabra hay el frío de la calle y la costumbre de calcular los riesgos. No oraciones, sino tratos; no romanticismo, sino informes por kilogramos e ingresos. Pero bajo toda esa armadura se escucha otra cosa: un latido de corazón ansioso, que solo tiene 25 años, pero vive como un anciano, con experiencia, con enemigos, con cansancio de sus propias victorias. Aquí no se trata de presumir, sino de la realidad, donde incluso el lujo huele a peligro.