Sad Gaana

En algún lugar entre la autocrítica cansada y la rebelión repentina contra todo lo que nos rodea, vive este estado: cuando parece divertido, pero en realidad ya no lo es tanto. Cuando detrás de las bromas sobre "luchar" y "no lo haré más" se esconde ese suspiro: "ya basta, ¿cuánto más?". El mundo parece girar, pero por dentro ya hay un ligero sobrecalentamiento, los ojos están rojos, la voz ronca y el estado de ánimo oscila entre el stand-up y la filosofía de las tres de la mañana. El sarcasmo aquí funciona como una armadura: una fina capa que mantiene todo esto dentro de los límites de la diversión, aunque debajo haya un cansancio estirado como chicle después de un turno. Y cuanto más fuerte suena "mira mi cara", más claro está que mirarla ahí debe ser un poco aterrador. Pero bueno, nos reímos, hicimos ruido, fingimos de nuevo que vivíamos sin preocupaciones. Porque si no gritas al micrófono, ¿quién se va a enterar de que sigues en pie?