Beweg den Bam Bam

Cuando ella sale a la pista de baile, el mundo parece tomar una bocanada profunda. La luz se vuelve un poco menos intensa, el aire un poco más denso, y todas las conversaciones sobre "cómo estás" pierden instantáneamente su sentido. En cada uno de sus movimientos no hay desafío, sino una tranquila seguridad, como si el ritmo simplemente hubiera decidido vivir en su cuerpo y ya no buscarse un hogar. La música fluye y el tiempo con ella se vuelve pegajoso como la miel. Nadie sabe en qué piensa, pero todos quieren sintonizar con su frecuencia al menos por un segundo. Sin falsedad, sin "bla-bla", sin teatro. Solo el ritmo, el carácter y esa rara sensación de cuando alguien no se esfuerza por ser especial, simplemente lo es.