Aw Shit

Antes todo parecía simple: ganar, comprar, disfrutar. Y luego, ¡zas!, y ya tienes una mochila de obligaciones a la espalda, facturas, impuestos, los ojos del policía que parecen leerte la mente. El dinero se escurre entre los dedos, pero las manos aún están en oro. En la cabeza hay ruido por la velocidad, y en el alma, vacío por demasiado tiempo de comodidad. Suena como la confesión de alguien que está siempre en la cima, pero no está seguro de si esta vista desde arriba le agrada. Entre líneas, la fatiga que se esconde tras la bravuconería. No es un santo, no es correcto, es simplemente alguien que está acostumbrado a no caerse, incluso cuando se balancea. Aprendí a ser yo mismo tanto entre ángeles como entre aquellos que siempre están "en cien". Y tal vez eso sea la honestidad, aunque tenga olor a gasolina y whisky.