Kilka Gwiazdek

Una nota áspera con una sonrisa cálida: las calles donde el honor es más importante que el número de seguidores, y los bolsillos prefieren el respeto. Aquí el sonido es como una cicatriz en la palma de la mano: ronco, honesto, con olor a vidrio roto y colas nocturnas; las líneas fluyen como breves anotaciones en un diario sobre cómo la vida enseña a pagar todo con lo propio. La cultura de "no comprometerse" se asoma en cada frase, pero en esa misma terquedad se escucha también la preocupación por los suyos: si el hermano tiene hambre, hay un plato cerca y un puño para defenderlo. La ironía sonríe tranquilamente ante la fugaz opulencia: los "me gusta" no sustituirán al respeto, y el "karma" aquí suena como una nota al pie de una realidad de la que no se puede escapar. La voz parece repasar viejas cuentas y sumarlas en una melodía-respuesta: simple, dura, a su manera honesta. La sensación no es la historia del héroe, sino una nota sobre un mundo donde el código de la calle y la crueldad humana conviven, todo ello al ritmo que no perdona la falsedad.