Retro 11

La noche huele a cuero de zapatillas Retro 11 y a Dolce, una combinación tan sencilla y, al mismo tiempo, un poco teatral. Los transeúntes en zonas conocidas lanzan miradas, como si estuvieran programadas: un solo gesto y ya se sabe quién está en línea. Cada aparición es como una pequeña actuación: como una imagen especialmente seleccionada para una escena corta sin director. Aquí no hay promesas para mañana, solo un salón Mercedes parpadeante, un susurro en el directo y la sensación de que todo sucede según la regla de "sin testigos". La pasión de una noche es como una adicción: besos que te hacen perder la cabeza y un cuerpo por el que rezas. Los problemas son un accesorio: con valentía y sin rodeos, sin explicaciones innecesarias. Ligera ironía hacia su propio papel: no es el héroe de la felicidad, sino una solución de emergencia en el momento oportuno. La audacia de un bandido, la ternura oculta y la conciencia de que el amor no tiene nada que ver aquí, solo un momento agudo y cercano. En este ritmo, la noche parece más honesta que las promesas.