Down

Cuando el corazón decide hacer huelga y la cabeza, una reunión de supervivencia. Todo parece según lo previsto: café, trabajo, historias. Solo los sonidos de fondo parecieron amortiguados, e incluso el gato, ese descarado psicólogo sin licencia, no ronronea por alguna razón. En la canción, ese estado en el que el amor ya no se produce, pero los restos aún deambulan por el almacén de emociones. Suena como un recuerdo que no quiere irse: un poco de drama, un poco de pista de baile, donde en lugar del cuerpo se mueve el alma, porque al cuerpo simplemente le da pereza. Allí el dolor no es teatral, sino doméstico: silencioso, pegajoso como la lluvia que cae sin efecto catártico. Y en algún lugar entre "olvídalo" y "¿y si acaso" vuelve a resonar el corazón, que juró no responder más a números desconocidos.